Todo estilo está indisolublemente vinculado con el
enunciado y con los géneros
discursivos. Todo enunciado en cualquier esfera de la comunicación discursiva
es individual y por lo tanto puede reflejar la individualidad del hablante.
Pero no todos los géneros son igualmente susceptibles a semejante reflejo. El
género literario es uno de los que más
demuestran individualidad. Los más difíciles son los que requieren una forma
estandarizada.
En la gran mayoría de los géneros discursivos, salvo los
literarios, un estilo individual no forma parte de la intención del enunciado,
es un complemento de éste.
El vínculo orgánico e indisoluble entre el estilo y el
género se revela en el
problema de los estilos lingüísticos o funcionales. Estos son estilos genéricos
de determinadas esferas de la actividad y comunicación humana. En cualquier
esfera existen y se aplican sus propios géneros, que responden a las
condiciones específicas de una esfera dada; a los géneros le corresponden
diferentes estilos. Una función determinada y unas condiciones determinadas,
específicas para cada esfera de la comunicación discursiva generan determinados
géneros. El estilo está indisolublemente vinculado a determinadas unidades
temáticas y a determinadas unidades composicionales.
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